lunes, 28 de noviembre de 2011

PRIMERO ME PRESENTO

Mi nombre es Arturo y me he considerado siempre un conservacionista. Desde pequeño siempre he sentido atracción por las cosas viejas y antiguas, un teléfono Heraldo, un radio casete Grundig o un Seat 124 Sport. Ese hecho diferencial de mi personalidad ha hecho que yo me considere un coleccionista de objetos y tecnologías de otras épocas y mis amigos y conocidos me consideren un trapero y/o un chatarrero.

Y dentro de los periodos de nuestra reciente historia, me interesan sobre todo todos los artilugios y diseños desarrollados en la década de los cincuenta, sesenta, setenta y ochenta.

Es curioso comprobar como los teléfonos Heraldo de la CTNE todavía funcionan perfectamente mientras que cualquier teléfono actual no suele durar más de cinco años.  Cualquier vehículo construido en los años setenta, al no tener ningún componente electrónico se puede seguir usando sin ningún problemas, mientras que cualquier coche fabricado actualmente posee tanta electrónica que cuando decide no arrancar, es bastante complicado que se ponga en marcha de nuevo si no viene el correspondiente mecánico y le enchufa "la maquinita"

Además de lo anterior, me han gustado siempre las construcciones de épocas pasadas. Edificaciones donde el espacio no era un problema y los materiales eran piedra, ladrillo y madera. Todo era superlativo, diseñado a mano alzada y donde siempre había una solución para cualquier problema con infinidad de detalles arquitectónicos.

Esta pequeña introducción enlaza con el próximo proyecto constructivo que tengo en mente:

En el año 2006, la empresa en la que trabajo adquirió un Sector Apto para Urbanizar en el municipio de Épila. Eran tiempos de la burbuja y se buscaba el máximo aprovechamiento en el mínimo espacio. Grandes densidades para realizar pequeñas viviendas que todos creíamos que se iban a vender y ocupar. Afortunadamente no llegamos a tiempo y gracias a eso nos ha permitido replantearnos el proyecto.

La primera decisión que tomamos fue bajar la densidad incluso. Preferimos diseñar parcelas de 500 metros cuadrado para que cualquier comprador potencial se pudiera construir la casa de sus sueños en vez de parcelas de 90 metros cuadrados para realizar vivienda adosada de cinco metros de fachada donde la escalera se convierte en el núcleo central de la vivienda.

La segunda decisión que tomamos y la que va a dar forma a este blog es que hacer con los edificios industriales que existían en el sector. Claramente este planteamiento sería obvio en antiguos distritos industriales como el 22@ en Barcelona, pero en un municipio a 35 km de Zaragoza, debíamos encontrar el modo de conservar estas edificaciones y que de algún modo saliese rentable a la compañía.

¿Que hacer con una construcción de más de cinco alturas en dos cuerpos separados y con más de 9.000 metros cuadrados de superficie sobre una estructura de hormigón armado capaz de soportar miles de kilos de peso?


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